Por Gema Balbacid, Responsable de Dirección de Proyectos I+D+i de Fractalia
Desde la antigüedad hasta nuestros días la humanidad ha ido asentándose en torno a las ciudades que se organizan y planifican con el propósito de mejorar el bienestar, la prosperidad y la seguridad de sus habitantes. Progresivamente, el mundo deja de ser rural para convertirse en urbano; si bien en 2014 se calcula que el 54% de la población mundial vivía en ciudades de más de 500.000 habitantes, se espera, para el 2050, que el 70% de la población del planeta habite en este tipo de ciudades.
Detrás de una tendencia hay siempre un modelo de negocio, por lo que este movimiento de la población plantea un desafío de primer orden a toda la humanidad y constituye uno de los primeros factores de cambio económico, demográfico, social y ambiental promovido por las Smart Cities. Estas ciudades inteligentes vienen a apoyar el desarrollo urbano, tanto en lo que respecta a las mejoras de sus problemas actuales como en la identificación y gestión de cuestiones futuras.
En este sentido, las Smart Cities mejorarán la gestión de las grandes urbes e impulsarán el desarrollo multidisciplinar del sector TIC según sostiene la Asociación Multisectorial de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información y la Comunicación, Telecomunicaciones y Contenidos Digitales (AMETIC).
Además, las ciudades inteligentes promueven la economía y la innovación ofreciendo nuevas oportunidades de negocio siendo palanca para la activación económica en el ámbito local. El despliegue de estas Smart Cities supone la coordinación de un gran número de agentes y tecnologías en torno a la implantación de una estrategia a medio-largo plazo para lograr eficiencia y efectividad en respuesta a las demandas de los ciudadanos.
En la actualidad, el volumen de negocio económico de las Smart Cities gira en torno a los 8800 millones de dólares (unos 7729 millones de euros). Su objetivo es la búsqueda de soluciones comunes y globales a la planificación de las ciudades, la participación de los ciudadanos, la gestión de grandes volúmenes de datos, el Internet de las Cosas o las infraestructuras de movilidad; todo ello para generar un nuevo paradigma que puede ayudar a la evolución de la sociedad mediante la generación de nuevos servicios de valor añadido.
Y es que las oportunidades de negocio son infinitas en numerosos sectores vinculados de forma directa o indirecta al mundo de las ciudades inteligentes. En dos años habrá más de 3.300 millones de dispositivos conectados en estas ciudades destinados a múltiples servicios en el ámbito de “Smart Environment” que incluye la recogida de residuos, la limpieza y el medioambiente, la “Smart Energy” que contempla soluciones para edificios inteligentes o la iluminación de espacios públicos y el “Smart Transportation & Mobility” que engloba servicios de gestión de tráfico, mercancías, aparcamientos y movilidad, entre otros.
Es por ello que se puede concluir que las Smart Cities constituyen un importante nicho de mercado multidisciplinar para la industria tecnológica así como una oportunidad clave para que el sector continúe impulsando nuevas tecnologías, crecimiento, demanda de nuevos perfiles profesionales y mejora de la calidad de vida.
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