La Economía Circular propone un nuevo modelo de sociedad que optimiza los flujos de materiales, la energía y los residuos para gestionar los recursos de forma más eficiente y sostenible. Es una confluencia entre aspectos ambientales y económicos que se opone radicalmente al actual ciclo lineal de los recursos: extracción, fabricación, utilización y eliminación.
En la Economía Circular los residuos pueden convertirse en nuevos recursos. Los productos han de diseñarse desde el primer momento teniendo en cuenta su impacto medioambiental a lo largo de todo su ciclo de vida para que, una vez agotado, algunos de sus componentes puedan utilizarse para fabricar nuevos bienes. Con ello se reintroducen en el ciclo económico productos obsoletos que ya no se corresponden con las necesidades de los consumidores o bien determinadas partes de los mismos que todavía poseen valor.
Más que reciclaje se trata de valorización, es decir, conseguir que tanto las materias primas como los productos acabados y todos sus componentes se encuentren siempre localizados en su máximo valor posible. Una vez concluido el ciclo de vida de un producto, algunos de sus componentes y las materias primas que lo conforman son reintroducidos en el ciclo económico porque todavía poseen valor.
El Internet of Things (IoT) está destinado a jugar un papel fundamental en la implantación de la Economía Circular. Sensores y dispositivos inteligentes conectados serán los encargados de hacer un seguimiento en tiempo real de los bienes para determinar su estado, el estado de sus componentes y calcular el valor de las materias primas que conservarán su utilidad más allá de la vida útil del producto acabado.
Este impulso al IoT no solo abarca el ámbito industrial y productivo, sino que la Economía Circular propone un nuevo modelo de sociedad más sostenible capaz de optimizar stocks y flujos de materiales en todas las actividades humanas. Es el caso de la denominada Ciudad Circular o Ciudad Inteligente (Smart City), que se caracteriza por un mejor aprovechamiento de los recursos y un cambio en la experiencia de sus ciudadanos.
El IoT permitirá hacer un seguimiento de todos los elementos que conforman el espacio urbano en las Smart Cities y contribuir a la optimización de materiales, de energía y a una gestión eficiente y sostenible de los residuos. También permitirá personalizar al máximo los servicios, lo que contribuirá a eliminar el derroche y dará prioridad al uso real de los bienes (por ejemplo, un coche compartido) mientras que la actual economía lineal prioriza su posesión.
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